19 sept 2010

Columna Invertebral

Usualmente, las personas se espantan ante los animales invertebrados o, por lo menos, les generan rechazo. ¿Quién no ha mirado con cierto asquito o ha dado un gritito al ver una araña, una cucaracha, una larva o algún bicho medio raro ? Los invertebrados, no obstante, son reyes de este planeta. Digo, nos superan ampliamente en número; si hubiese una Asamblea General Terrestre, de todos los seres vivos, perdemos por goleada. Los invertebrados, además, cuentan con un sinfín de facultades y poderes cuasimágicos, me animaría a decir, muchos de los cuales han sido motivo de fantasía para grandes escritores, novelistas, guionistas y cineastas (ojo, no me refiero a Gregorio Samsa que seguramente alguno de ustedes habrá imaginado como ejemplo para cagar el hilo conductor de esta nota; me refiero a Spider Man, Star Wars, Antz, Cocomiel o esos bichos piolas que han iluminado -e iluminan- nuestras vidas). Muchos de ellos reproducen modos de existencia singulares que, a la hora de conocerlos, nos dejan anonadados por sus maravillosas capacidades. 
Para que seamos objetivos y sensatos, es un error meter en la misma bolsa a todos los invertebrados. Hay algunos que son muy bonitos y de los cuales nos habremos enamorado alguna vez viéndolos por la National Geographic. Digo, los caracoles, los equinodermos (o más conocidos como "estrellas de mar"), las esponjas y hasta algunas medusas luminosas son seres fantásticos que no entendemos cómo puede ser que existan paralelamente en el mismo mundo que nosotros. También están los bivalvos -o almejas, para no hacerme el biólogo matriculado- que nos  pueden de sobremanera, no sólo por su delicioso sabor en combinación con el limón y, a veces, un poquito de mayonesa, sino que además algunos son primos del huevo Kinder y vienen con sorpresa y todo. 
Hoy, luego de esta breve introducción sobre la injusta concepción que prevalece, en términos generales, sobre nuestros hermanos de Tierra, los invertebrados, los saludo nuevamente, queridas y queridos camaradas para dar inicio y presentar el espacio de este humilde servidor que intenta -y seguirá intentando- transmitir inquietudes de la vida cotidiana y la realidad que vivimos, a través de esta gaceta cibernética, orgullosamente bautizada "Corta La Bocha". Me pareció pertinente y atinado el rol que desempeñan los invertebrados sobre este planeta respecto a las posiciones que blasfeman las notas de esta Columna. Columna Invertebral -aclaro, la RAE no autoriza el término, pues no existe en la academia de nuestra lengua madre, pero bueno, de otra manera no quedaba muy lindo y, además, nos cagamos en la puta RAE y todos los ñoquis que se la pasan de paja en paja boludeando con el idioma-, una columna que busca un enfoque crítico, una mirada desestructurada y versátil, ante los problemas de actualidad y de la historia. Un esqueleto reflexivo que carece de hernias de disco, contracturas cervicales y dolores lumbares.
Al igual de como deberían hacer los hermanos invertebrados, esos acallados y despreciados bichitos del mundo, nosotros, los humanos con alma de insecto, buscaremos, con el devenir del tiempo y de la vida de este espacio de difusión, no caer en la bolsa de las generalidades y no hacer vista chica respecto a la diversidad y la multipluralidad de opiniones y formas que permean la vida cotidiana y la realidad en general. 
Columna Invertebral, aquí y ahora, con ustedes, y hasta quién sabe cuándo... Probablemente hasta que nos aburramos o el mundo desaparezca o caiga bajo el control de los bichos.

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